Uno de los años más exitosos en cuanto a los avances en la investigación del cáncer fue el 2018, ya que se produjeron grandes cambios en cuatro ámbitos: la investigación relacionada con las causas de la enfermedad, su diagnóstico precoz y más preciso, los tratamientos personalizados y que se encuentran dirigidos a las mutaciones específicas de cada tumor.
Finalmente la reducción de la toxicidad y de los efectos secundarios indeseados, lo que comporta una mejoría en la salud de los pacientes.
Tratar a los pacientes en función de la genética del tumor, y no por su localización: Gracias a un estudio genómico y al uso de herramientas se secuenciación genética masiva, durante los últimos años ha sido posible obtener un atlas bastante completo de las características de cada tipo de tumor y con ello poder clasificar mejor a la enfermedad.
Según Aleix Prat, quien es el jefe del servicio de oncología médica del Hospital Clínic, “Ahora disponemos de una foto precisa de cuáles son las alteraciones genómicas, genéticas, proteómicas, de cada cáncer que antes no teníamos. Y el reto es, a partir de ahora, cómo toda esa ingente cantidad de información se traduce en mejorar el tratamiento del paciente, por ejemplo mediante fármacos dirigidos a alteraciones específicas”,
Biopsia líquida: este es un test con el que es posible diagnosticar de manera más rápida y eficaz un cáncer, pues es capaz de detectar células tumorales que circulan por el torrente sanguíneo o material genético del tumor suelto, llamado ADN libre circulante. Ramón Palmero, que es oncólogo médico de la Unidad Funcional de Pulmón del Institut Català d’Oncologia (ICO) explica: “Es una prueba que nos permite hacer los mismos análisis genéticos que habríamos hecho a partir de una biopsia del tejido tumoral pero con tres ventajas.
La primera, que es menos invasiva. La segunda, que nos permite conseguir un análisis molecular en pacientes que no podemos biopsiar o no obtener suficiente biopsia. Y la tercera, que se puede repetir las veces necesarias”.
Nuevos tratamientos: en el transcurso de la historia de la medicina solo se han conocido tres tratamientos: la quimioterapia, la radioterapia y la cirugía, siendo estos los tres pilares en la lucha contra el cáncer. Una vez obtenidos los diversos avances durante los últimos años, estos han adicionado dos nuevos pilares: las terapias dirigidas y las inmunoterapias.
Las terapias dirigidas son fármacos que han sido diseñados para atacar específicamente alguna alteración molecular que es propia del tumor, que no se encuentra presente en el resto del organismo.
Con respecto al quinto pilar en los tratamientos contra el cáncer, este es la inmunoterapia. Con este tratamiento no se va en contra de la célula tumoral, sino hacia el sistema inmunitario del paciente. Es tratado con fármacos que intentan activar las propias defensas del paciente, sobre todo los linfocitos T, para que se activen y puedan combatir al tumor.
Aparte de los fármacos inhibidores del punto de control inmunitario, los anti PD 1 y anti CTLA4, cuya función es encender un interruptor del sistema de defensa del organismo a fin de que actúe contra el tumor, dos de los últimos avances más importantes en inmunoterapia son las terapias celulares avanzadas con células CART y las terapias de linfocitos infiltrantes de tumor o TIL, por sus siglas en inglés, los mismos modifican o manipulan al propio sistema inmunitario. Con esta terapia fue posible eliminar todos los tumores de una mujer con cáncer de mama metastásico, lo que ha sido un hito sin precedentes.